domingo, 30 de noviembre de 2014

CONOCIÉNDONOS

Descríbeme la luz, dijo ÉL; y la dicha que sufres al notarla, al mirarla.
Descríbeme la arena, y la pereza que sienten tus dedos al tocarla.
Descríbeme la sombra de tu pelo al viento. Cuéntame cómo sueñas los veranos, como hueles las cerezas en sazón. Qué te inventas cuando lees los espacios blancos que entre líneas buscan la razón de ser leídos. 
Descríbeme la música. Cómo tiemblas cuando acaricias las notas graves y cómo las agudas te hacen sonreír. Dime si es mentira que cantas bajito a las calles y a la luna, qué menguante, te hace guiños, que te quiere conocer, que te sigue por las noches y que con suavidad la pones en el vacío de tu anillo.
Cuáles fueron las huellas que en tu piel dejaron huella; cuales maltrataron tu razón. Los motivos de tu suerte, las alegrías contadas, las compartidas.
Déjame que te conozca, que sienta como tú sientes, que sueñe con tu voz con tus manos y tu olor... Pues yo creo en ti.

La luz nace blanca, dijo ELLA: huidiza está ahí con colores escoltada y vigilada. Y la notas cuando deja que la mires, pues se esconde entre tinieblas y solo la ves cuando quiere que la veas. 
Y, ¿sabes?, la arena es la montaña cien mil veces repartida, dividida, que se  tuesta suave en la luz que el sol tiene a bien regalarle.
Te cuento los veranos de mis sueños, que ocurren en otros lares, en otros sitios regalando imágenes cálidas del olor rojo de las cerezas. Y al atardecer, leo y dibujo en la retina de la imaginación, esos espacios que en blanco buscan autor para ser leídos, para ser interpretados en voz alta y en callada voz.
Te cuento que la música es sol en clave de vida, es la escala que sirve para despertar el día, para que la noche acompañe las huídas, para que la lluvia nombre con epítetos los afanes, los anhelos.  Te relato que, cuando la pena hace nido en  mi alma, le canto bajito a las calles y a la luna le pregunto por tu respirar, por  tu lugar; y al final cuando se hace amiga duerme acurrucada en el hueco de mi anillo.
Y  mi suerte mi alegría y las huellas que en mí huellas dejaron, las llevas contigo amor.
Te dejo que me conozcas, que sientas como yo siento, que sueñes con mis manos y mi olor... Pues en ti yo creo.




Nos vemos y nos leemos pronto.

martes, 25 de noviembre de 2014

¡QUÉ LLUEVA... QUÉ LLUEVA!


La Virgen de la cueva, los pajaritos cantan, las nubes se levantan... 
Otoño que raro vistes este año que siendo par, sus cifras suman impar. Raro y monótono nos haces juzgar el tiempo pues te has empeñado en decirte cálido, en bañarte en luz. Solo se notan los silencios de tus amarillos en las hojas que, secas, caen en el infortunio de las aceras de triste color. No has venido, no has tenido el coraje de romper el estío, de lapidar el calor. Y has sucumbido, traicionero, al amor de los desmanes que la estación festiva te ha brindado, te ha regalado. ¿Dónde está tu inmensa melancolía?, tu vals azulado, tu lluvia que cantores y poetas trovaban por las esquinas. Aguaceros mansos que nublan los caminos y las orillas. Y paraguas de colores y de flores, de negro luto y también algunos marrones. Nieblas matutinas que salen de los asfaltos y hacen lucir los abrigos, los sombreros y las botas que pisan charcos. Has dejado olvidado en los tejados la humedad de las arcillas, las matas que amarillas ribetean los secos canales... Y los cielos, que en un tris de gris marengo te has empeñado exhibir, en vestir y engalanar, como si ese color humilde hiciera baile en tus días más hermosos.   Te has olvidado de tu eternidad, de tu danzas al atardecer, de tus lánguidas pátinas, de tus olores.
¡Ay! otoño, que me inquietas ese tiempo que no das rienda a tu tiempo, y me espantas con tus cálidos olores, y me encojes con tus nubes sin lloviznas, sin chaparrones.
Otoño, no eres otoño este año que siendo par, sus cifras suman impar.
milyunatarde


 Nos vemos y nos leemos pronto

sábado, 15 de noviembre de 2014

"TE COMERÍA A VERSOS"

Soñando palabras... soñando versos amanezco cada día con el anhelo de patear las calles de esta ciudad, que sin ser mía, me acogió en su vientre y me hizo suya; esclava y suya de sus ruidos y sus asfaltos ruines. Me despierto con la esperanza azul de encontrarme una nueva frase; un nuevo verso que me llene las horas de imposibles, las pausas de improbables. Frases que cada jornada alimentan las ganas de imaginarte, de soñarte... Y así sin venir a cuento, entre el semáforo y ese paso de cebra tantas veces transitado aparece este verso: "Me sentí astronauta perdido en tus lunares"...
Madridplural.com

Es entonces cuando algunos desconocidos nos volvemos cómplices en 29 segundos. Cuando el hombre que pinta rojo, se torna verde y las sonrisas se cruzan y se bajan las miradas. Y se sueña... Inevitablemente se sueña, se imagina. Los momentos de las horas transcurren con los lunares puestos, con el traje de astronauta calado hasta los huesos y el día se siente leve y a la vez breve. Me reencuentro con la tarde, con mi té cotidiano, con la luz fluorescente que en el techo pestañea espesa y anodina y destrozo los minutos que me restan para salir a buscar la frase del ocaso. Sin pausa mis ojos buscan los versos; las letras que no han borrado el paso de mil pisadas, de mil miradas :..."Mi más sentido Bésame". Sonrío. 
madridplural.com

Me lanzó por las aceras de la ciudad Ajena a buscar otras trovas, otras frases nunca dichas pero mil veces escritas, otros cortos poemas, otras palabras de amor. Y leo por las calles y los  callejones: "Cerrar los ojos y dejarse llover"... "Mi alma la tripula el viento de tu respiración", "No hay mejor sky line que verte tumbada", "Que la línea que más cuides sea la de tu sonrisa", "Te haré el humor hasta llegar al orgasmo"... Sigo sonriendo. Me siento feliz. La ciudad Ajena se vuelve más humana, más sincera. Y me siento más suya, y la siento más mía. 
Espero que de nuevo pase la noche, que poetas y pintores hagan su eficaz trabajo: que dibujen sueños a nivel del suelo y que cuenten cuentos y brinden anhelos y que hagan magia bajo las pisadas de los madrileños.  

Nos vemos y nos leemos pronto. 

(En octubre de este año, comenzaron a aparecer versos en los pasos de peatones de Madrid. Fueron obra de un colectivo llamado Boamistura, que han regalado a la ciudad su arte y su buenhacer. Yo desde este humilde lugar agradezco la iniciativa) www.madridplural.com 

domingo, 2 de noviembre de 2014

UN SOFÁ AMARILLO



Amarillo es el sofá que me acoge, que me cobija. Amarillo y de pana con hilitos dorados que le dan ese toque glamuroso de sofá de pub vintage, de gastro-bar a la última. La luz, a pesar de ser mediodía es del color de las hojas secas; del triste color de la pelusa de los membrillos. El olor me recuerda un montón a las tiendas de decoración que hay en la acera de enfrente. Ese aroma envuelve la calle y el aire que se intuye limpio lo transforma en denso y opaco. Es mediodía, ya lo he dicho, y estamos aquí en el centro de esta ciudad que cuando quiere es hogar, y cuando no lo desea es maltratadora e inhóspita... Los que están conmigo ríen. Ríen a carcajadas y se felicitan con grandes abrazos y aspavientos. Se tocan la cara con satisfacción; las mejillas se pellizcan y siguen riendo, todo parece que ha salido bien, que ha salido genial.
Me miran y me invitan que me una a ellos, a los triunfadores... los ignoro. Piden un Moon, y otro y otro, y brindan una vez y otra y otra... Celebran mil veces lo incelebrable, lo que hace muy poco tiempo criticaban y para ellos era deleznable. El champán corre de copa en copa y cae sobre la moqueta de diseño; se sirven ostras y caviar iraní, sushi y anchoas del Cantábrico y platos con jamón Joselito. Se encienden puros de la patria de Fidel y cantan canciones recurrentes y esas, sintiéndolo mucho, hacen que mi rostro se trasforme en una mueca de desprecio infinita. Me llaman, me jalean... quieren que junto a ellos celebre la gran desilusión de los que habitan en esta ciudad, en este país... sigo ignorando sus voces y llamadas y me hundo más y más en la pana finita del sofá amarillo que me cobija... 
Cierro los ojos, recuerdo, añoro y pienso en los días en los que nosotros, los que se ríen a carcajadas y yo, íbamos a cambiar el mundo, la sociedad... a no dejar que todo se lo llevaran "ellos", a impartir justicia de la buena, democracia para todos, derechos para todos... que falacia, que gran trampa.
Me levanto de mi sofá vintage amarillo y me dirijo al camarero que primero encuentro. Le doy mi tarjeta de crédito para que se cobre lo que se debe... la mira atónito y pregunta: ¿es una Black?, yo le digo: creo que sí; negra es desde luego, o al menos opaca.
Me marcho. Mi casa está muy cerca. Camino por la calle razonando que esa tarjeta no debería usarla tanto... pero, pensándolo mejor, creo que la seguiré usando.


Nos vemos y nos leemos pronto.


 

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